viernes, 27 de abril de 2012

Finalmente.



Escuchar como todo se derrumba ante mí y sonreír. Sonreír porque no queda más por hacer, por decir, por sentir.
Es entonces, en el final, cuando ya no nos queda nada para fingir, ni negar. Cuando  miramos al vacío en busca de nuestro reflejo, tomando conciencia de que no somos nada. De que nunca  pudimos escaparnos de nosotros mismos.
Es cuando ante nuestros ojos pasan los instante vividos y nos damos cuenta del tiempo que se fue con ello, tiempo que murió y ya nunca volverá, tal como las personas que solíamos ser. Al fin de cuentas, todo el tiempo vivido es tiempo perdido; y no nos queda nada más que recuerdos de lo que pudo haber sido. Nos aferramos a pensamientos cálidos, distorsionados los suficiente como para encajar en la mentira que queremos comprar, y es entonces cuando nuestros ojos empiezan a brillar, a delirar ¿Cómo no delirar ante tal farsa, tal alucinación? Pero es sólo una cuestión de segundos antes de que nuestra mirada se inunde de lágrimas y vuelva a ser tan fría, vacía e inexpresiva como lo ha sido toda nuestra vida.
Finalmente comprendemos lo que valió  la pena y lo que no, nos arrepentimos de haber desperdiciado tantas fuerzas en sucesos inútiles y efímeros.
Somos nada, y de la nada nació todo. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que seamos nada, y probablemente sigamos siendo así hasta que el tiempo nos reduzca a cenizas, hasta entonces, seamos nada más que la nada misma y perdámonos en el vacío e incomprensible silencio.

jueves, 12 de abril de 2012

Pensamientos amontonados en nubes dispersas.




 He pasado estos días acorralada en el pasado y el miedo. Así que por favor, lava mis ojos con tu pureza. No tengo más fuerzas.
Estoy en el abismo; me falta determinación para saltar, me falta voluntad para darme vuelta. Me quedo inmóvil frente a la indecisión. 
Necesito empezar de nuevo, quemar todo y volver al pasado. Revolcarme en cenizas, plantar esperanzas y ahogarlas con lágrimas. No sé, quizás solo necesite despejarme ¿Pero cómo? Necesito un lugar seguro para poner mi mente en blanco.Pero no puedo porque si no son tus brazos no es un refugio, no hay otro lugar en donde descansar. 
Pero no tengo tus brazos, si apenas pude conservar tu aliento en mi recuerdo. 
Ya nada queda, nada que me até a vos. Y eso me asusta, porque ya no sé que hacer. Me asusta el hecho de no tener límites, de que nadie me controle. Nunca pude valerme por mí misma, por más que quisiera las decisiones nunca las tomé yo, yo tan sólo acataba ordenes.
Es que jamás fui capaz de controlar mis emociones, mis impulsos.. entonces ¿Qué tiene de malo dejar que alguien independiente a vos ejerza poder absoluto de decisión sobre tu persona? Suena terrible, lo sé. Pero tiene sentido, si estuvieras en este abismo sabrías que tiene mucho sentido.
No se soñar, no puedo escapar. Necesitaba saber como se siente necesitar. Empecé a depender, pero casi al instante me tuve que desprender. Y caí.
Caí a un lugar desconocido, me tuve que levantar de a poco, ya no tenía otra opción. Una vez de pie pude tomar conciencia de donde estaba, o al menos reconocí el abismo. Éste abismo, éste nuevo lugar, nuevo mundo. 
Me he resistido a hacer algo; a avanzar, a retroceder. Estoy sola y siempre temí eso. Pero estoy sola y ya no hay miedo que valga, ya no tiene sentido temer porque mi pesadilla es realidad. 
Y no sé que hacer ¿Qué hacer? No hay nadie que me impida o me aliente. No hay nada. 
No sirvo para cuestionar, ni para amar. Soy fanática, es blanco o negro... pero en este momento el cielo esta gris ¿Y qué hago ahora?
Contemplo el abismo y me pregunto "¿En dónde estoy?" Es curioso que piense en esa tontería en vez de reflexionar hacia dónde voy


miércoles, 4 de abril de 2012

Sofocación



La noche aún no acaba, sin embargo mis esperanzas llegaron a punto muerto.
Muerte por asfixia. No puedo respirar.
Su perfume capturo todos mis sentidos y me dejó anonadado. No recuerdo el motivo por el cual me encuentro aquí, a menos de tres metros de ella.
Sus ojos claros contrastan con esa mente tan oscura, que intensifica su mirada. Angelical, peligrosa.. ¿Será una señal de advertencia o invitación al paraíso? En este caso pueden ser las dos cosas.
Piel de porcelana, personalidad de acero.
Su vestido blanco, su cabello rubio, sus labios rojos, su sonrisa resplandeciente, sus tacos de aguja. Era la mezcla perfecta entre un sueño y una pesadilla; dolor y lujuria.

lunes, 2 de abril de 2012

Días de frío.

No sé como conectarme a la realidad pero no puedo tolerar la falsedad. Sufro de frecuentes ataques de ansiedad y a la vez permanezco tan tranquilo ante el caos. Tengo miedo de estar solo, sin embargo me da pánico estar entre muchas personas. Me cuesta dormir con las luces de neón que emana la ciudad, y le tengo miedo a la oscuridad. Todo eso y más inconsistencias,  me atormentan diariamente. Inconsistencias que aprendieron a convivir entre sí, que se dieron de manera natural.
Natural como el caos, natural como la tormenta, como la lluvia devastadora. Mi realidad no es muy brillante al parecer, tiende a ser depresiva, autodestructiva a veces y un tanto mediocre.
¿Cómo alguien puede ser feliz en una ciudad llena de pavimento gris y edificios negros? Más si es invierno. El frío del viento más la frialdad de los peatones hacen que el clima sea invernal, aún si se tratara de los primeros días de Marzo.
No sé si mi estado depresivo se debe a mi naturaleza tan apagada o al ambiente tan sombrío en el cuál me veo atrapado. Quizás sean las dos cosas potenciadas.
Aprendí que la felicidad puede deberse a una gran simpleza, pero la infelicidad son miles de detalles desalineados. Cómo las paredes despintadas, las calles con baches, las ventanas con mediocres arreglos temporales, y las grietas en las veredas, entre otros pequeños horrores cotidianos que atormentan mis deseos de sonreír.
Es por eso que la gente en Capital nunca sonríe. Infelicidad colectiva. Mediocridad individualista