viernes, 29 de marzo de 2013

¡Silencio! estoy tratando de ver el otro lado.

Estoy por perder la poca cordura que me queda. Estuve horas y horas mirando una pared en blanco, y eso no me llevo más que sofocarme con recuerdos del pasado y tormentos sobre el futuro.
Descubrí que le temo a más cosas de las que existen.  Eso no lo puede soportar ni la más sana de las mentes

Pensar, pensar y pensar. Enferma tanto pensar, pensar y permanecer en el mismo lugar; no hacer nada al respecto, siquiera intentar. 
¿Qué puedo perder, si ya ni mi cordura tengo? Es que así como mi sanidad mental se esfumo de la noche a la mañana, lo mismo pasó con mi voluntad, mis ganas de hacer/ser. Ya no soy más que un reflejo vacío de los sueños que solía tener, por esas épocas en las que solía dormir. Ahora ni eso.

No tengo amigos, amantes, ni intenciones de tenerlos. No tengo intenciones de intentar algo nuevo. 
Todo es parte de un ciclo, ya no sé como escapar de él. Ni la muerte misma me exornará de ésta rutina, porque ya hace rato estoy muerta. 
No me queda nad apor decir o sentir, tan sólo pienso. Pienso en la nada, y cuanto pesa ser la nada misma en medio de un mundo que se derrumba por su propio peso. 
No tengo más que una mente que me atormenta con constantes silencios o gritos indescifrables, y una pared blanca. A donde quiera que vaya esa pared esta ahí, siempre. Firme, alta, impenetrable. Ella es la culpable de mi poca cordura, ella es la que no me permite ver del otro lado, aunque mi más grande temor es que no haya otro lado

martes, 12 de marzo de 2013

Don't you dare.


Lo peor que puede llegar a pasar está detrás de tu puerta. Y no hay salida.
Lo peor que puede llegar a pasar está debajo de tu cama, y de a poco se arrastra hasta tu cabeza; ahora está dentro de ella. Y la salida sólo está disponible para aquellos que se atreven a abrir la puerta.

Hace frío, las nubes se amontonan.























El cielo está gris, y tus ojos se nublaron. Mi mirada, entumecida, se interpuso entre tus pensamientos, lo sé
No puedo evitarlo, no puedo evitar sumergirme en tus ojos grises y nadar entre recuerdos plateados. A través de tu mirada todo debe ser más bello, estoy segura de eso, ¿qué más podría justificar esa estupidez innata que te caracteriza? 
No, no lo tomes a mal. Adoro el hecho de que seas incapaz de entender este mundo, que no puedas hilar más de dos oraciones sin perder el sentido del tema original y, por supuesto, que tu ingenuidad se apodere de todo tu ser. Es algo entre mágico y trágico; muchos como vos no quedan, y no se si eso es algo bueno o malo.
De cualquier forma, no puedo evitar dejar de respirar cuando estoy a tu lado. En el peor de los casos, moriré en tus brazos.